Una flor
En el principio fuiste niño
Como el capullo que brota de aquel retoño
En cuyo seno se esconde un milagro,
Milagro de vida, de vida y esperanza.
Capullo que contiene murmullos de amor,
Que guarda la más delicada criatura.
Al paso de los días, el capullo se fue hinchando,
Y entre sus sépalos un tenue color se fue escapando,
Derramándose un poco cada día más.
La pubertad a la puerta llamaba
Y aquel capullo otrora verde y tierno,
Mostraba tímidamente los colores de su interior.
El futuro se extendía tan amplio como el horizonte,
Y los pétalos se abrían como queriendo abrazarlo todo.
Los colores más brillantes que nunca,
Tan solo opacados por los sueños del "seré",
Sueños cantados al sol en vividos colores,
Sueños consagrados al viento en suave perfume
Sueños entregados al amor en afán presuroso,
Sueños de juventud.
Sin embargo, el tiempo ha pasado,
Alejando uno a uno los sueños ya fallidos,
Arrancando uno a uno los pétalos marchitos,
Que quizá el frío de la mañana
O el sol de medio día su imagen trastoco.
Y tan solo ha quedado el fruto de ese amor.
Un sueño cristaliza, es solo y es pequeño,
Tan difícil descubrir.
Escondido entre las hojas, parece un botón,
El fruto del presente, augurio del mañana, reinicio del ayer.
El fruto va creciendo, llenándose de azúcar y néctar perfumado,
Parece lo más rico, es casi millonario,
Rodeado de sofisticada pulpa.
Y el verde de aquel pequeño de antaño,
Cuyo tamaño fue lo primero en trocar,
Hoy agigantado, el oro cubre poco a poco su piel.
Y cuando parece que al sol poniente compite con su color,
Es que los granos de sus entrañas están maduros
Y preparados a germinar,
Mirando al suelo piden la tierra
De sepultura al viejo fruto
Que ayer llevara sueños de amores, de leve aroma
Y mil colores de juventud.
80’s
Víctor García Muñoz